"No hay diferencia entre comunismo y socialismo, excepto en la manera de conseguir el mismo objetivo final: el comunismo propone esclavizar al hombre mediante la fuerza, el socialismo mediante el voto. Es la misma diferencia que hay entre asesinato y suicidio."
Ayn Rand
Un artículo en The Independent hoy (sí, ahora estoy de vacaciones y hasta puedo leer el periódico) menciona cómo en el censo de 2011 sólo un 17% de los británicos se identifica como clase trabajadora, en contraste con el 70% de hace 30 años. Y me ha hecho pensar que es verdad, que lo que antes era una orgullosa clase trabajadora (no sólo aquí, también en España y en el resto de Europa) ha ido proporcionalmente convirtiéndose en clase media, o quizá alta, debido a dos fuerzas importantísimas: la globalización y la inmigración.
Gracias a la primera podemos sostener los niveles de consumo y de vida que llevamos la mayoría de los europeos. Un sistema económico autárquico requeriría una distribución tradicional de la riqueza de más o menos 5% clase alta, 25% clase media y 70% clase trabajadora. En cambio, la globalización ha hecho posible que a) las empresas puedan llevarse las fábricas a países del tercer mundo y b) que haciéndolo puedan reducir los costes enormemente beneficiándose de grandes ventajas fiscales y unos salarios que a nivel europeo parecen ridículos, pero que si aplicamos la Paridad del Poder Adquisitivo (link a wikipedia; un indicador que calcula el nivel de vida en distintos países. Por ejemplo, aunque un Big Mac cueste 4 euros en Londres y 40 céntimos en Vietnam, los sueldos en Londres son mucho más altos, etc) tienen un nivel similar al que tendrían los de la clase trabajadora de un país europeo. Por lo tanto, la globalización permite el "ascenso social" (por así llamarlo, por lo general una orgullosa clase trabajadora se ve empujada hacia la clase media) debido a la escasez de puestos de trabajo tradicionalmente asignados a dicha clase (fábricas, minas, etc) y a la reducción general en los precios que el traslado de las fábricas conlleva.
La inmigración también favorece ese "ascenso forzoso" de la clase trabajadora: los escasos puesto de trabajo que quedan se ven ahora demandados por inmigrantes altamente cualificados, dispuestos a trabajar por un salario menor y que además no suelen estar sindicados, lo que permite al que contrata ahorrarse mucho dinero en medidas superfluas, antes exigidas por los sindicatos. Tiene gracia cómo ha dado la vuelta la hoja. Lo que los primeros socialistas creyeron que iba a salvar a la clase trabajadora, la unión en sindicatos que ejercían como grupos de presión (y que razón tenían, en cierta manera, las condiciones de trabajo en el siglo XIX eran casi inhumanas) ha sido una de las causas fundamentales de su desaparición. Sólo una pequeña reflexión para un lunes por la mañana.