Sé que hace tiempo que no escribo. Pero lo que digo siempre: hay una lista de cosas que tienen prioridad sobre el blog tan larga... En realidad, me estoy dando cuenta de que hace mucho que no escribo. La última vez todavía no era adulto. Ahora sí, y pasé un cumpleaños estupendo con Mamá, Inés, Marga y Maca en Surrey. Como regalo, una bicicleta estupendísima, que estoy seguro de que me durará muchos muchos años.
Estoy usando la bici, aparte de para ir a la compra, a misa, y desplazamientos cotidianos, para explorar el Regents Canal, que es el canal que pasa por delante de la Universidad, y junto al que tantos cafés (y tés, y cervezas) he tomado. Al subir hacia el noreste por la orilla del Canal he descubierto un Londres que yo creo muy poca gente conoce, y que todavía tiene ese sabor de una época pasada, de período de entreguerras, con los grandes depósitos abandonados de gas luchando por dejarse ver entre la niebla, las fábricas, barcos que son casas y tiendas y almacenes, caminos de tierra ocultos por las hojas que conducen a parques salvajes y oscuros, y de pronto todo termina. El canal desaparece por un túnel , y el camino sale directamente al centro de la ciudad, y te sientes por dos microsegundos como si hubieras salido del año 1918, desconcertado ante los coches, el ruido, los semáforos, los peatones, que aparecen sin una transición sin una señal que avise al incauto ciclista de que en menos de dos pedaladas volverá al mundo real. Y entonces te das la vuelta y lo que te apetece es sentarte en un banco, sacar tu pipa y ver pasar las horas (y es cuando empieza a llover y te tienes que fastidiar). prometo que un día que no llueva haré un intenso reportaje fotográfico y lo pondré para que veais.
Aparte de eso, he pasado por épocas de necesidad de comida de invierno de calidad, lo que me llevó a cocinar mis primeras lentejas, de las que adjunto documento gráfico. Duraron poco, estaban buenísimas. También cociné una paella en preparación para una Paella night que no llegó a culminar por razones varias, pero que se celebrará un día de estos, seguramente después de Navidades.
Y también fue el concierto de Navidad de .a sociedad de música. Lo celebramos en el Octagon, que es la biblioteca antigua de la universidad, y fue muy mágico con las luces, los libros y los instrumentos. Era un homenaje a Purcell, y fue todo muy barroco, muy culto y muy inglés. El concierto duró sus buenas 2 horas y media, y tuvo tres partes. En la primera, sólo se tocaron las obras de Purcell, para orquesta y coro, para coro solo, para orquesta sola, o para orquesta y solistas. Para que os hagais una idea del tipo de música os dejo mi pieza favorita de todas las que tocamos.
Por si en la primera parte no habíamos conseguido aburrir al personal no entendido (mayoría, aunque los integrantes de la orquesta tuvimos que hacer grandísimos esfuerzos para no estallar en carcajadas después de los gallos que soltó el tenor solista, (lo juro, me mordí la lengua hasta hacerme sangre casi) y algunos otros personajes del coro), en la segunda parte del concierto se tocaron piezas de la Serenata de Britten para trompa y soprano (una obra que yo no cononcía, que muy poca gente conoce y que es estupenda, pero complicada de escuchar) y fue también un momento muy inspirador porque las dos solistas se subieron a los balcones de la sala, y es una pasada cómo suena una trompa sola en un cuarto enorme y con una acústica excelente. Os dejo el prólogo para que os hagáis una idea. Si podeis, escuchad la obra completa. Vale la pena.
Y por fin la tercera parte, los prometidos villancicos. El público estaba eufórico. ¡Por fin algo normal! Pues tampoco se dio el caso, ya que estamos con los autores ingleses, vamos a cantar primero unos villancicos de los que compuso Britten (a mí me encantaron, pero alguno quería suicidarse ya, con la cabeza llena de acordes disonantes y voces a contratiempo) uno de los que cantaron es éste Deo Gratias, a mí el que más me gustó.
Y ya cuando acababó el tributo de rigor, pudimos todos tocar y cantar villancicos clásicos, parte que al estar al final y ser la que más gustó al público dejó el sentimiento general del concierto como un buen recuerdo, olvidados ya la música demasiado recargada barroca y las barbaridades de Britten.
Sobra decir que después del concierto hubo cervezas y karaoke (para compensar tanta excelencia musical con un poco de "antiafinación" y borrachera. Y no, no nos quitamos el esmoquin para ir al pub.
Pero bueno, espero no haberros aburrido con toda esta ddigresión musical. Es más, espero que la disfrutéis. Por lo demás, sólo queda decir que ya estoy preparando los dos exámenes que tengo antes de Navidad, que ya he entregado las dos redacciones de politics (5000 palabrillas cada una), de las que estoy muy orgulloso (pero se me pasará cuando me pongan el 6 de rigor), y que me dais mucha envidia en madrid porque teneis puente y yo aquí pringando. Espero que ésta no sea la última entrada antes de ir a Madrid, pero si es así, ¡os veré a todos pronto! Llego el día 19.
Os dejo también unas cuantas fotillos variadas. Lo siento por el diseño pero es que no estoy para meterme ahora a programar HTML. Por orden: lentejas finalizadas, proceso de preparación, el momento de ir a recoger la bici, paella, un tío que escribe un libro de arquitectura en España y se llama Phillip JODIDIO, el poster del concierto de Navidad colgado en mi cuarto, una foto que hice por casualidad en una de mis exursiones por el canal y un lago en el parque secreto que hay al borde del canal.
Prometo subir fotos del concierto pronto. ¡Ah!, y si quereis poner un comentario, o madar un saludo, en el libro de visitas de la derecha. ¡Espero respuestas! ¡Salud! Por cierto, justo ahora salgo para el Centro, que me invita a comer la Tía Ana y luego vamos a ver un cuadro que se subasta en Sotheby's. ¡Bien!