"Soy demasiado viejo para disfrutar de esto", pensé. Y entonces recordé que siempre he me he sentido de esta manera sobre las discotecas. Y me refiero a todos las discotecas - desde la más cursi en Leicester Square a las de baja gama. Ya las odiaba cuando tenía 19 años y yo las odio hoy. Simplemente no tengo que fingir más.
Estoy convencido de que a nadie realmente le gustan discotecas. Es una conspiración. Nos han dicho que es guay y divertido, que sólo a los "muermos" no les gusta. Y nadie en nuestra pequeña y patética burbuja temporal pre-apocalíptica quiere ser etiquetado como "aburrido" - es como ser declarado oficialmente de valor nulo por el Estado. Así que a forzar una sonrisa y salir de marcha, a ver qué pasa.
Las discotecas son despreciables. Carísimos y hacinados hornos de paredes pegajosas donde las últimas odas a la idiotez retumban en el aire a tanto volumen que no puedes mantener una conversación sino simplemente mugir sandeces, quizá con la ayuda de un megáfono. Y desde que se prohibió fumar, el aroma enmascarador de humo de cigarrillo ha sido sustituido por el dominante hedor de sudor de entrepierna y laca de pelo.
Los discotecas son tales mazmorras insoportables de la miseria, que los prisioneros tienen que tomar sustancias que alteran el estado de ánimo para que su terrible experiencia parezca medianamente tolerable. Esto les lleva a creer que "disfrutan" de la discoteca. En realidad no lo hacen. Nadie lo hace. Simplemente disfrutan de las drogas.
Las drogas le quitan toda la importancia al escenario. Chútate suficiente ketamina y podrías tener la mejor noche de tu vida en acuclillado en un cobertizo jugando con el papel de un caramelo. Y nadie va a cachearte a la entrada. ¿Por qué molestarse en ir a las discotecas?
"Hombre, siempre hay la oportunidad de echar un polvo", es la respuesta habitual. ¿En serio? Si esa es la única manera de encontrar una pareja - acicalándose y mariconeando por ahí como un animal desesperado - no deberías tratar de reproducirte en primer lugar. ¿Cuál es el siguiente truco? ¿Inventar el fuego? La gente como tú llevaría la civilización por el camino de vuelta. Eres un idiota, y más con ese corte de pelo con el que tratas de impresionar. Cualquier descendiente que finalmente consigas debería ser ahogado en una olla antes de que pueda hacer ningún daño. O abrir más discotecas.
Incluso si de alguna manera evitas la reproducción, ¿no es mucho trabajo para muy poca recompensa? Siete horas saltando en un infierno reverberante a cambio de compartir 64 febriles y jadeantes movimientos pélvicos con alguien que roncará y babeará en tu almohada hasta las 11 de la mañana, antes de despertar a tu lado con el pelo hecho una plasta, parpadeando como un gato mareado y con un olor que recuerda vagamente a una baguette de jamón. Realmente, ¿por qué molestarse? ¿Por qué no quedarte en casa dándote puñetazos en la cara? Invita a unos cuantos amigos a casa y pasároslo bien. Será más divertido que un discoteca.
Siempre que voy a un Club hay dos cosas que me impresionan: En primer lugar, todo el mundo ha gastado claramente demasiado tiempo perfeccionando su apariencia. Solía sentirme intimidado por gente como esta, y ahora los veo como balizas de inseguridad andantes, esclavos del juicio de otros, atrapados en un círculo vicioso de ansiedad por mantener su status. A mí todavía me encantaría ser como ellos, por supuesto, pero al menos estos días temporalmente puedo erigir un barniz de superioridad defensiva, desprecio. He progresado bastante.
La segunda cosa que me llamó la atención fue aterradora. Estaban todos haciéndose fotos. De hecho, eso es lo único que parecían estar haciendo. Iban por ahí con ropa cara, haciéndose fotos con teléfonos y cámaras. Una pose tras otra, como si necesitaran demostrar su propia existencia, allí mismo, en aquel momento. Fundamentalmente, esta parecía ser la razón por la que estaban allí en primer lugar. Había muy poco baile. Sólo sonrisitas y flashes.
Sin duda este es un nuevo nivel. Las discotecas siempre han sido insulsas y aburridas y horribles y blah - pero no recuerdo a los clubbers documentando cada uno de sus momentos antes. No en esta medida. Ya no es suficiente fingir que se está uno divirtiendo en la discoteca - tienes que fingir que te estás divirtiendo en tu galería de Flickr, y en las galerías de tus amigos de Flickr. Una exposición sin fin en la que un millón de imbéciles aterrorizados tratan de ser más cool que sus amigos.
Eso sí: ya que en tiempo de unos 20 años esta misma gente estará cubierta hasta la cintura de esqueletos, en un páramo árido post-nuclear, bailando hasta la muerte en una lucha por el último vaso de agua que queda, tal vez son sabios disfrutando de estos momentos sin preocupaciones antes de que se agoten. Incluso si sólo están fingiendo.